La Prosperidad Natural
ime jana-padāḥ sv-ṛddhāḥ
supakvauṣadhi-vīrudhaḥ
vanādri-nady-udanvanto
hy edhante tava vīkṣitaiḥ
Todas estas ciudades y aldeas están floreciendo en todos los aspectos, porque hay hierbas y granos en abundancia, los árboles están llenos de frutas, los ríos están fluyendo, las montañas están llenas de minerales, y los océanos están llenos de riquezas. Y todo esto se debe a que Tú les has lanzado una mirada.
Śrīmad-Bhāgavatam 1.8.40
La prosperidad humana se debe a los regalos de la naturaleza y no a las gigantescas empresas industriales. Las gigantescas empresas industriales son producto de una civilización atea y provocan la destrucción de los fines nobles de la vida humana. Cuanto más sigamos aumentando esas problemáticas industrias para exprimir la energía vital del ser humano, más inquietud e insatisfacción habrá entre la gente en general, aunque unos cuantos puedan nadar en la abundancia por medio de la explotación. Los regalos de la naturaleza, tales como los granos y los vegetales, las frutas, los ríos, las montañas llenas de joyas y minerales, y los mares llenos de perlas, se suministran por orden del Supremo y, según Él lo desee, la naturaleza material los produce en abundancia o a veces los restringe. La ley natural estipula que el ser humano puede aprovechar esos dones divinos de la naturaleza y con ellos florecer de un modo satisfactorio, sin que lo cautive la explotadora motivación de enseñorearse de la naturaleza material. Cuanto más intentemos explotar la naturaleza material conforme a nuestros caprichos de disfrute, más atrapados quedaremos por la reacción de esos intentos explotadores. Si tenemos suficientes granos, frutas, vegetales y hierbas, ¿qué necesidad hay, entonces, de mantener un matadero y matar a unos pobres animales? El hombre no necesita matar a ningún animal, si tiene suficientes granos y vegetales para comer. Las aguas de los ríos fertilizan los campos, y hay más que lo que nosotros necesitamos. Los minerales se producen en las montañas, y las joyas en el océano. Si la civilización humana tiene suficientes granos, minerales, joyas, agua, leche, etc., entonces, ¿por qué habríamos de anhelar la existencia de terribles empresas industriales, al costo de la labor de algunos hombres desafortunados? Pero todos esos dones naturales dependen de la misericordia del Señor. Lo que necesitamos, por consiguiente, es obedecer las leyes del Señor y alcanzar la perfección de la vida humana mediante el servicio devocional. Las indicaciones de Kuntīdevī vienen muy al caso. Ella desea que se les confiera la misericordia de Dios, de modo que la prosperidad natural se mantenga por Su gracia.
Kuntīdevī señala que los granos abundan, los árboles están llenos de frutas, los ríos fluyen profusamente, las montañas están llenas de minerales, y los océanos están llenos de riquezas, pero nunca menciona que la industria y los mataderos estén floreciendo, pues esas cosas son insensateces que los hombres han desarrollado para crear problemas.
Si dependemos de la creación de Dios, no habrá escasez, sino simplemente ānanda, bienaventuranza. La creación de Dios provee de suficientes granos y pasto, y mientras nosotros comemos los granos y las frutas, los animales, tales como las vacas, comerán el pasto. Los bueyes nos ayudarán a producir granos, y comerán sólo un poco, quedando satisfechos con lo que nosotros desechemos. Si comemos frutas y tiramos la cáscara, el animal se satisfará con ella. De ese modo, con Kṛṣṇa en el centro, puede haber plena cooperación entre los árboles, los animales, los seres humanos y todas las entidades vivientes. Ésa es la civilización védica: una civilización de conciencia de Kṛṣṇa.
Kuntīdevī ora al Señor, diciendo: «Esta prosperidad se debe a Tu mirada». Cuando nos sentamos en el templo de Kṛṣṇa, Kṛṣṇa nos lanza una mirada, y todo anda bien. Cuando algunas almas sinceras tratan de volverse devotos de Kṛṣṇa, Kṛṣṇa muy bondadosamente Se acerca a ellas con toda Su opulencia, les lanza una mirada, y ellas se vuelven felices y hermosas.
De igual manera, toda la creación material se debe a la mirada de Kṛṣṇa (sa aikṣata). En los Vedas se dice que Él lanzó una mirada a la materia, agitándola de ese modo. Una mujer que se pone en contacto con un hombre se agita y queda encinta, y luego da a luz a los hijos. Toda la creación sigue un proceso similar. Por el simple hecho de Kṛṣṇa lanzar una mirada a la materia, ésta se agita y queda encinta, y da a luz a las entidades vivientes. Simplemente en virtud de Su mirada aparecen las plantas, los árboles, los animales y todos los demás seres vivientes. ¿Cómo es posible eso? Ninguno de nosotros puede decir: «Con tan sólo mirar a mi esposa puedo dejarla embarazada». Pero aunque eso a nosotros nos resulta imposible, no es imposible para Kṛṣṇa. El Brahma-saṁhitā (5.32) dice: angāni yasya sakalendriya-vṛttimanti: Cada parte del cuerpo de Kṛṣṇa tiene todas las habilidades de las demás partes. Con nuestros ojos, nosotros sólo podemos ver, pero Kṛṣṇa, sólo con ver, puede poner encinta. En el caso de Kṛṣṇa no hay necesidad de vida sexual, pues Él, con simplemente lanzar una mirada, puede provocar el embarazo.
En el Bhagavad-gītā (9.10), el Señor Kṛṣṇa dice: mayādhyakṣeṇa prakṛtiḥ sūyate sa-carācaram: «Bajo Mi supervisión, la naturaleza material da a luz a todos los seres móviles e inmóviles». La palabra akṣa significa «ojos», por lo que akṣeṇa indica que todas las entidades vivientes nacen como resultado de la mirada del Señor. Hay dos clases de entidades vivientes: los seres móviles, como los seres humanos, los animales y los insectos, y los seres inmóviles, como los árboles y las plantas. En sánscrito, esas dos clases de entidades vivientes se denominan sthāvara-jaṅgama, y ambas provienen de la naturaleza material.
Desde luego, lo que proviene de la naturaleza material no es la vida, sino el cuerpo. Las entidades vivientes toman de la naturaleza material ciertos tipos de cuerpo en particular, tal como el niño toma su cuerpo de la madre. Durante diez meses, el cuerpo del niño se desarrolla a expensas de la sangre y nutrimentos del cuerpo de la madre, pero el niño es una entidad viviente, no materia. La entidad viviente se ha refugiado en el vientre de la madre, la cual suministra entonces los ingredientes para el cuerpo. Así obra la naturaleza. Puede que la madre no sepa cómo a partir de su cuerpo se ha creado otro, pero cuando el cuerpo del niño es apto, el niño nace.
No ha de creerse que la entidad viviente nace. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (2.20): na jāyate mriyate vā, la entidad viviente ni nace ni muere. Aquello que no nace, no muere; la muerte está hecha para lo que ha sido creado, y aquello que no es creado, nunca muere. El Gītā dice: na jāyate mriyate vā kadācit. La palabra kadācit significa «en ningún momento». La entidad viviente de hecho no ha nacido en ningún momento. Aunque puede que veamos que un niño nace, en realidad no es así. Nityaḥ śāśvato ’yaṁ purāṇaḥ. La entidad viviente es eterna (śāśvataḥ), existe siempre y es muy, muy antigua (purāṇaḥ). Na hanyate hanyamāne śarīre; no piensen que al destruir el cuerpo se destruirá a la entidad viviente; no, la entidad viviente continuará existiendo.
Un científico amigo me preguntaba: «¿Cuál es la prueba de la eternidad?». Kṛṣṇa dice: na hanyate hanyamāne śarīre: «Al alma no se la mata cuando se mata el cuerpo». Esta declaración es de por sí una prueba. Ese tipo de pruebas se denominan śruti, la prueba que se establece mediante aquello que se oye a través de la sucesión discipular que desciende del Supremo. Un tipo de prueba es la que se obtiene mediante la lógica (nyāya-prasthāna). Se puede obtener conocimiento por medio de la lógica, los argumentos y la investigación filosófica. Pero otro tipo de prueba es śruti, la prueba que se establece al oír a las autoridades. Un tercer tipo de prueba es smṛti, la prueba que se establece mediante las declaraciones que se derivan del śruti. El Bhagavad-gītā y los Purāṇas son smṛti, los Upaniṣads son śruti, y el Vedānta es nyāya. De estos tres, es especialmente importante el śruti-prasthāna, o el testimonio que proviene del śruti.
Pratyakṣa, el proceso de recibir conocimiento a través de la percepción directa, carece de valor, porque todos nuestros sentidos son imperfectos. Por ejemplo, todos los días vemos que el Sol es como un disco pequeño, quizás de unos treinta centímetros de diámetro, pero en realidad es unas cien veces más grande que la Tierra. Por consiguiente, ¿qué valor tiene nuestra percepción directa a través de los ojos? Tenemos tantos sentidos a través de los cuales podemos percibir conocimiento —los ojos, los oídos, la nariz, etc.—, pero como esos sentidos son imperfectos, todo conocimiento que obtengamos a través de ellos también es imperfecto. Puesto que los científicos tratan de entender las cosas a través de sus sentidos imperfectos, sus conclusiones siempre son imperfectas. Svarūpa Dāmodara, un científico discípulo nuestro, mientras hablaba con un científico amigo de él que dice que la vida proviene de la materia, le preguntó: «Si yo te doy las sustancias químicas con las cuales puedes crear vida, ¿serías capaz de crearla?». El científico respondió: «Eso no lo sé». Esto es conocimiento imperfecto. Si no sabe, su conocimiento es imperfecto. ¿Por qué, entonces, es profesor? Eso es engañar. Nuestro argumento es que para volverse perfecto se debe aprender con el perfecto.
Kṛṣṇa es perfecto, así que aceptamos el conocimiento que proceda de Él. Kṛṣṇa dice: na hanyate hanyamāne śarīre: «El alma no muere cuando el cuerpo muere». Por consiguiente, este juicio de que el alma es eterna, es perfecto.
Kuntīdevī dice: ime jana-padāḥ svṛddhāḥ supakvauṣadhi-vīrudhaḥ: «Los granos abundan, los árboles están llenos de frutas, los ríos están fluyendo, las montañas están llenas de minerales, y el océano está lleno de riquezas». ¿Qué más se puede desear? La ostra produce perlas, y antiguamente la gente se adornaba con perlas, piedras preciosas, seda, oro y plata. Pero en la actualidad, ¿dónde están esas cosas? Hoy en día, con el avance de la civilización, hay infinidad de hermosas muchachas que no tienen ningún adorno de oro, perlas ni joyas, sino sólo pulseras de plástico. Así pues, ¿de qué sirven la industria y los mataderos?
Por disposición de Dios, podemos tener suficientes granos alimenticios, suficiente leche, suficientes frutas y verduras, y agua de río fresca y clara. Mas ahora, mientras viajaba por Europa, vi que allí todos los ríos estaban muy sucios. En Alemania, Francia, y también en Rusia y Norteamérica, he visto que los ríos están muy sucios. Por obra de la naturaleza, el agua del océano se mantiene clara como el cristal, y la misma agua se transfiere a los ríos, pero sin sal, de manera que podamos tomar del río una buena agua. Eso es obra de la naturaleza, y obra de la naturaleza significa obra de Kṛṣṇa. Luego ¿de qué sirve la construcción de inmensos acueductos para suministrar agua?
La naturaleza ya nos ha dado todo. Si queremos riquezas, podemos recoger perlas y volvernos ricos; no hay necesidad de volverse rico abriendo una inmensa fábrica para producir carrocerías. Con esa clase de empresas industriales simplemente hemos creado problemas, pues lo único que necesitamos es depender de Kṛṣṇa y de la misericordia de Kṛṣṇa, ya que la mirada de Kṛṣṇa (tava vīkṣitaiḥ) lo arregla todo. De manera que si simplemente pedimos la mirada de Kṛṣṇa, no habrá ninguna posibilidad de escasez ni de necesidad. Todo estará completo. La intención del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, por consiguiente, es depender de los regalos de la naturaleza y de la gracia de Kṛṣṇa.
La gente dice que la población está aumentando y, en consecuencia, lo están impidiendo por medios artificiales. ¿Por qué? Los pájaros y las abejas están aumentando sus poblaciones y no utilizan anticonceptivos, pero ¿acaso les está faltando comida? ¿Vemos alguna vez pájaros o animales que mueran por falta de comida? Quizás en la ciudad, aunque no muy a menudo. Pero si vamos a la selva, veremos que todos los elefantes, los leones, los tigres y demás animales, están robustos y fuertes. ¿Quién les está suministrando comida? Algunos de ellos son vegetarianos y otros no lo son, pero a ninguno le falta comida.
Claro que, por disposición de la naturaleza, el tigre, que no es vegetariano, no obtiene comida todos los días. Al fin y al cabo, ¿quién va a enfrentarse a un tigre para convertirse en comida de él? ¿Quién va a decirle al tigre: «Señor, soy un filántropo que ha venido a darle de comer, así que tome mi cuerpo»? Nadie hará eso. En consecuencia, el tigre tiene dificultades en encontrar comida. Y en cuanto el tigre sale, hay un animal que lo sigue y que hace un sonido como «fayo, fayo», para que los demás animales sepan que «ahora el tigre está afuera». Así que, por disposición de la naturaleza, al tigre le resulta difícil, pero aun así Kṛṣṇa le provee de comida. Después de aproximadamente una semana, el tigre tiene la oportunidad de atrapar un animal, y como no obtiene comida fresca todos los días, guarda el cadáver en algún matorral y se lo va comiendo poco a poco. Como el tigre es muy poderoso, la gente quiere volverse como un león o como un tigre, pero ésa no es una proposición muy buena, porque si alguien verdaderamente se vuelve como un tigre, no conseguirá comida diariamente, sino que tendrá que buscar comida con mucho esfuerzo. Sin embargo, si se vuelve vegetariano, obtendrá comida todos los días. La comida de un vegetariano se consigue en todas partes.
Hoy en día hay mataderos en todas las ciudades, pero, ¿significa eso que los mataderos pueden proveer de suficiente carne como para que podamos vivir con sólo comer carne? No, no habría una provisión suficiente. Hasta la gente que come carne tiene que comer granos, frutas y verduras, junto con su tajada de carne. No obstante, por esa tajada diaria de carne matan muchísimos animales inocentes. ¡Qué pecaminoso es esto! Si la gente comete semejantes actividades pecaminosas, ¿cómo puede ser feliz? Esa matanza no debería realizarse, y porque se realiza, la gente es infeliz. Pero si la gente se vuelve consciente de Kṛṣṇa y simplemente depende de la mirada de Kṛṣṇa (tava vīkṣitaiḥ), Kṛṣṇa le proveerá de todo, y no habrá ninguna posibilidad de escasez.
A veces parece haber escasez, y a veces observamos que se produce una cantidad tan inmensa de granos y frutas que la gente no puede comérselos todos. Así que es una cuestión de la mirada de Kṛṣṇa. Si Kṛṣṇa quiere, puede producir una inmensa cantidad de granos, frutas y verduras, pero si Kṛṣṇa desea restringir la provisión, ¿de qué servirá la carne? Puede que usted me coma a mí o que yo me lo coma a usted, pero eso no resolverá el problema.
Para que haya verdadera paz y tranquilidad, y una suficiente provisión de leche, agua y todo lo demás que necesitemos, simplemente tenemos que depender de Kṛṣṇa. Eso es lo que Bhaktivinoda Ṭhākura nos enseña cuando dice: mārabi rākhabi—yo icchā tohārā: «Mi querido Señor, yo simplemente me entrego a Ti y dependo de Ti. Ahora, si Tú quieres, puedes matarme, o, si no, puedes protegerme». Y Kṛṣṇa responde: «Sí. Sarva-dharmān parityajya mām ekaṁ śaraṇaṁ vraja: Entrégate a Mí exclusivamente». Él no dice: «Sí, depende de Mí, y también depende de tus mataderos y fábricas». No. Él dice: «Depende únicamente de Mí. Ahaṁ tvāṁ sarva-pāpebhyo mokṣayiṣyāmi: Yo te salvaré de los resultados de tus actividades pecaminosas».
Como hemos vivido durante muchísimos años sin ser conscientes de Kṛṣṇa, hemos vivido sólo una vida pecaminosa, pero Kṛṣṇa nos asegura que en cuanto alguien se entrega a Él, Él ajusta todas las cuentas y pone fin a todas sus actividades pecaminosas, de manera que pueda comenzar una nueva vida. Por eso, cuando nosotros iniciamos a nuestros discípulos, les decimos: «Ahora la cuenta está ajustada. Ya nunca más vuelvas a cometer actividades pecaminosas».
No se debe pensar que, como el santo nombre de Kṛṣṇa puede anular las actividades pecaminosas, se puede cometer una pequeña actividad pecaminosa y cantar Hare Kṛṣṇa para anularla. Ésa es la más grande de las ofensas (nāmno balād yasya hi papa-buddhiḥ). Los miembros de algunas órdenes religiosas van a la iglesia a confesar sus pecados, pero luego vuelven a cometer las mismas actividades pecaminosas. ¿Qué valor tiene entonces su confesión? Puede que nos confesemos: «Mi Señor, por ignorancia cometí este pecado», pero no debemos planear: «Voy a cometer actividades pecaminosas y luego iré a la iglesia y me confesaré, y así los pecados quedarán anulados y puedo comenzar un nuevo capítulo de vida pecaminosa». De igual manera, no debemos aprovecharnos conscientemente del canto del mantra Hare Kṛṣṇa para anular actividades pecaminosas de forma que pueda entonces comenzar de nuevo los actos pecaminosos. Debemos tener mucho cuidado. Antes de ser iniciado, se promete no tener vida sexual ilícita, no ingerir sustancias embriagantes o estimulantes, no participar en juegos de azar, y no comer carne, y hay que seguir el voto estrictamente. Así estaremos limpios. Si nos mantenemos limpios de ese modo y nos dedicamos siempre al servicio devocional, nuestra vida será un éxito, y no habrá ninguna escasez de nada de lo que queramos.