La muerte de Dhenukāsura

En esa forma, Śrī Kṛṣṇa, junto con Su hermano mayor, Balarāma, pasó la edad de la niñez conocida como kaumāra, y entró en la edad de paugaṇḍa, que va desde los seis hasta los diez años. En ese entonces, todos los pastores de vacas conferenciaron y acordaron que aquellos niños que habían pasado de cinco años, quedaran a cargo de las vacas en el pastizal. Estando encargados de las vacas, Kṛṣṇa y Balarāma atravesaron Vṛndāvana, purificando la tierra con Sus pisadas.

Acompañado por los pastorcillos de vacas, y por Balarāma, Kṛṣṇa condujo a las vacas y tocó Su flauta a través del bosque de Vṛndāvana, el cual estaba lleno de flores, vegetales y pastizales. El bosque de Vṛndāvana estaba tan santificado como la mente clara de un devoto, y estaba lleno de abejas, flores y frutas. Había pájaros que gorjeaban y lagos de agua clara que podían aliviarlo a uno de todas las fatigas. Brisas suaves y fragantes soplaban siempre, refrescando la mente y el cuerpo. Kṛṣṇa, con Sus amigos y Balarāma, entró en el bosque, y, viendo la situación favorable, disfrutó de la atmósfera al máximo. Kṛṣṇa vio que todos los árboles, sobrecargados con frutas y ramitas nuevas, se inclinaban y tocaban el suelo como si le dieran la bienvenida tocando Sus pies de loto. Él estaba muy complacido con el comportamiento de los árboles, las frutas y las flores, y comenzó a sonreír entendiendo sus deseos.

Kṛṣṇa le habló entonces a Su hermano mayor, Balarāma, de la siguiente manera: «Mi querido hermano, Tú eres superior a todos nosotros, y Tus pies de loto son adorados por los semidioses. Tan solo mira cómo estos árboles llenos de frutas se han inclinado para adorar Tus pies de loto. Parece que tratara de salir de la oscuridad de estar obligados a aceptar la forma de los árboles. En realidad, los árboles nacidos en la tierra de Vṛndāvana no son entidades vivientes ordinarias. Habiendo sostenido el punto de vista impersonal en sus vidas anteriores, ahora se les coloca en esta condición de vida estacionaria; pero ahora tienen la oportunidad de verte en Vṛndāvana, e imploran poder lograr un mayor avance en la vida espiritual a través de Tu asociación personal. 

Generalmente, los árboles son entidades vivientes que están inmersas en la modalidad de la oscuridad. Los filósofos impersonalistas están en medio de esa oscuridad, pero ellos la erradican aprovechándose completamente de Tu presencia. Yo pienso que los abejorros que zumban alrededor de Ti, deben de haber sido Tus devotos en sus vidas pasadas. Ellos no pueden dejar Tu compañía, porque nadie puede ser un amo mejor y más afectuoso que Tú. Tú eres la Personalidad de Dios suprema y original, y los abejorros tan solo tratan de difundir Tus glorias cantando en todo momento. Yo creo que algunos de ellos deben de haber sido grandes sabios, devotos de Vuestra Señoría, y se disfrazan en la forma de abejorros porque no pueden abandonar Tu compañía ni siquiera por un momento. Mi querido hermano, Tú eres el Dios Supremo digno de adoración. Tan solo mira cómo los pavos reales danzan con gran éxtasis ante Ti. Los venados, cuyo comportamiento es exactamente como el de las gopīs, Te dan la bienvenida con el mismo afecto. Y los cuclillos que residen en este bosque Te reciben con gran regocijo, porque consideran que Tu aparición en sus hogares es muy propicia. Aunque se trata de árboles y animales, estos habitantes de Vṛndāvana Te glorifican. Ellos están preparados para darte la bienvenida lo mejor que pueden, tal como acostumbran las grandes almas al recibir a otra gran alma en su casa. En cuanto a la tierra, es tan piadosa y afortunada, que las pisadas de Tus pies de loto marcan su cuerpo.

»Es muy natural para estos habitantes de Vṛndāvana recibir de esta forma a una gran personalidad como Tú. Las hierbas, las enredaderas y las plantas son también muy afortunadas de tocar Tus pies de loto. Y al Tú tocar las ramitas con Tus manos, estas plantitas también se han vuelto gloriosas. En cuanto a las colinas y los ríos, también son gloriosos ahora, porque Tú los estás mirando. Sobre todo, las doncellas de Vraja, las gopīs, atraídas por Tu belleza, son lo más glorioso que existe, porque Tú las abrazas con Tus fuertes brazos».

De esa manera, tanto el Señor Kṛṣṇa como el Señor Balarāma comenzaron a disfrutar de los residentes de Vṛndāvana a Su entera satisfacción, así como de los terneros y las vacas de la ribera del Yamunā. En algunos lugares, tanto a Kṛṣṇa, como a Balarāma los acompañaban Sus amigos. Los niños cantaban, imitando el sonido zumbante de los abejorros y acompañando a Kṛṣṇa y a Balarāma, los cuales estaban enguirnaldados con flores del bosque. Mientras caminaban, algunas veces los niños imitaban el graznido de los cisnes en los lagos, o cuando veían bailar a los pavos reales, los imitaban ante Kṛṣṇa. Kṛṣṇa también movía Su cuello, imitando la danza y haciendo reír a Sus amigos.

Las vacas que Kṛṣṇa cuidaba tenían diferentes nombres, y Kṛṣṇa las llamaba con amor. Después de oír el llamado de Kṛṣṇa, las vacas inmediatamente respondían mugiendo, y los niños disfrutaban a sus anchas esta correspondencia recíproca. Todos ellos imitaban las vibraciones sonoras emitidas por las diferentes clases de aves, especialmente por los cakoras, los pavos reales, los cuclillos y los bhāradvājas. A veces, cuando veían a los animales más débiles huir por miedo a los sonidos de los tigres y los leones, los niños, junto con Kṛṣṇa y Balarāma, imitaban a los animales y corrían con ellos. Cuando sentían algo de fatiga, solían sentarse, y Balarāma ponía Su cabeza en el regazo de uno de los niños tan solo para descansar, y Kṛṣṇa venía inmediatamente y comenzaba a darle masajes en las piernas. Y algunas veces, Él tomaba un abanico hecho de palma y abanicaba el cuerpo de Balarāma, causando una brisa placentera que lo aliviaba de Su fatiga. A veces, otros niños bailaban o cantaban mientras Balarāma descansaba, y otras veces luchaban entre sí o saltaban. Cuando los niños estaban ocupados de este modo, Kṛṣṇa se unía inmediatamente a ellos, y tomando sus manos, disfrutaba de su compañía y reía y alababa sus actividades. Cuando Kṛṣṇa se sentía cansado y fatigado, algunas veces se refugiaba en la raíz de un gran árbol, o en el regazo de un pastorcillo de vacas, y se acostaba. Cuando Él se acostaba, teniendo como almohada el regazo de un niño o una raíz, algunos de los niños venían y les daban masajes a Sus piernas, y otros abanicaban Su cuerpo con un abanico hecho de hojas. Algunos de los niños más talentosos cantaban con voces muy dulces para complacerlo. De esta manera, Su fatiga se iba pronto. La Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, cuyas piernas son atendidas por la diosa de la fortuna, disfrutaba de la compañía de los pastorcillos vacas como si fuera uno de ellos, expandiendo Su potencia interna para parecer exactamente un muchacho aldeano. Pero a pesar de Su aparición tal como un aldeanito, había ocasiones en que probaba que Él Mismo es la Suprema Personalidad de Dios. Algunas veces, los hombres se hacen pasar por la Suprema Personalidad de Dios y engañan a las personas inocentes, pero ellos solo pueden engañar, no pueden exhibir la potencia de Dios.

Mientras Kṛṣṇa se ocupaba de este modo en exhibir Su potencia interna junto con Sus amigos supremamente afortunados, apareció allí otra oportunidad de exhibir los poderes sobrehumanos de Dios. Sus amigos más íntimos, Śrīdāmā, Subala, StokaKṛṣṇa, comenzaron a dirigirse a Kṛṣṇa y Balarāma con gran amor y afecto, de la siguiente manera: «Querido Balarāma, Tú eres muy poderoso; Tus brazos son muy fuertes. Querido Kṛṣṇa, Tú eres muy experto en matar a toda clase de demonios perturbadores. Por favor, observen que cerca de este lugar hay un gran bosque llamado Tālavana. Este bosque está lleno de palmeras, y todos los árboles están llenos de frutas. Algunas se están cayendo, otras están muy maduras incluso en los árboles. Es un lugar muy agradable, pero debido a un gran demonio llamado Dhenukāsura, es muy difícil ir allá. Nadie puede llegar a los árboles a recoger los frutos. Queridos Kṛṣṇa y Balarāma, ese demonio está presente allá en la forma de un asno, y está rodeado por amigos demonios semejantes a él que asumen la misma forma. Todos ellos son muy fuertes, así que es muy difícil acercarse a ese lugar. Queridos hermanos, Ustedes son las únicas personas que pueden matar a esos demonios. Aparte de Ustedes, nadie puede ir allá, por temor de que lo maten. Ni siquiera los animales van allá, y los pájaros no duermen ahí, todos se han ido. Uno solamente puede apreciar el dulce aroma que proviene de ese lugar. Parece que, hasta ahora, nadie ha probado las dulces frutas que allí se encuentran: ni las que están en los árboles ni las que están en el suelo. Querido Kṛṣṇa, para hablarte francamente, nosotros estamos muy atraídos por ese dulce aroma. Querido Balarāma, vayamos todos allá y disfrutemos de esas frutas. El aroma de las frutas está ahora esparcido por doquier. ¿No lo huelen desde aquí?».

Cuando los sonrientes amigos íntimos de Kṛṣṇa y Balarāma les suplicaron así, Estos se inclinaron a complacerlos y comenzaron a avanzar hacia el bosque, rodeados por todos Sus amigos. Inmediatamente al entrar al bosque de Tālavana, Balarāma comenzó a sacudir los árboles violentamente con Sus brazos, exhibiendo la fuerza de un elefante. Debido a esta sacudida todas las frutas maduras cayeron al suelo. Al oír el sonido de las frutas que caían, el demonio Dhenukāsura que vivía allí en la forma de un asno, comenzó a acercarse con gran fuerza, estremeciendo el campo entero de tal manera, que todos los árboles comenzaron a moverse como si hubiera un terremoto. El demonio apareció primero ante Balarāma y comenzó a patear Su pecho con sus patas posteriores. Al principio, Balarāma no dijo nada, pero el demonio, con gran ira, comenzó a patearlo de nuevo más vehementemente. Esta vez, Balarāma cogió inmediatamente las patas del demonio y, dándole vueltas con una mano, lo lanzó a las copas de los árboles. Mientras Balarāma le daba vueltas al demonio, este perdió su vida. Balarāma lanzó al demonio contra la palma cercana más grande que había, y el cuerpo del demonio era tan pesado, que la palma cayó sobre otros árboles, y varios árboles cayeron. Pareció como si un gran huracán hubiera pasado a través del bosque, y todos los árboles cayeron uno tras otro. Esta exhibición de extraordinaria fuerza no es asombrosa, porque Balarāma es la Personalidad de Dios, conocido como Ananta Śeṣanāga; Él es quien sostiene todos los planetas en las capuchas de sus millones de cabezas. Él mantiene toda la manifestación cósmica, tal como dos hilos sostienen el tejido de una tela.

Después de que el demonio fue lanzado contra los árboles, todos los amigos y asociados de Dhenukāsura se reunieron inmediatamente y atacaron a Balarāma y a Kṛṣṇa con gran fuerza. Ellos estaban determinados a desquitarse y vengar la muerte de su amigo. Pero Kṛṣṇa y Balarāma comenzaron a coger a cada uno de los asnos por las patas posteriores, y les dieron vueltas exactamente en la misma forma. Así, Ellos los mataron a todos lanzándolos contra las palmeras. Debido a los cuerpos muertos de los asnos, había una escena panorámica. Parecía que las nubes de variados colores estuvieran reunidas en los árboles. Al oír de este gran acontecimiento, los semidioses de los planetas superiores comenzaron a hacer llover flores sobre Kṛṣṇa y Balarāma, a sonar sus tambores y a ofrecer oraciones devocionales.

Unos días después de la muerte de Dhenukāsura, la gente comenzó a venir al bosque de Tālavana a recoger las frutas, y los animales volvieron a regresar sin miedo para alimentarse con las agradables hierbas que crecían allí. Tan solo por cantar u oír hablar de estas actividades y pasatiempos trascendentales de los hermanos Kṛṣṇa y Balarāma, uno puede acumular actividades piadosas.

Cuando Kṛṣṇa, Balarāma y Sus amigos entraron en la aldea de Vṛndāvana, Ellos tocaron Sus flautas, y los niños alabaron Sus excepcionales actividades en el bosque. Sus caras estaban adornadas con tilaka y untadas con el polvo levantado por las vacas, y la cabeza de Kṛṣṇa estaba adornada con una pluma de pavo real. Tanto Él como Balarāma tocaron Sus flautas, y las gopīs jóvenes se regocijaron al ver a Kṛṣṇa regresar al hogar. Todas las gopīs de Vṛndāvana permanecían muy displicentes a causa de la ausencia de Kṛṣṇa. Todo el día, ellas pensaban en Kṛṣṇa en el bosque, o en Él reuniendo a las vacas en el pastizal. Cuando ellas vieron a Kṛṣṇa regresar, todas sus ansiedades se aliviaron de inmediato, y comenzaron a mirar Su cara en la forma en que los abejorros revolotean sobre la miel de la flor de loto. Cuando Kṛṣṇa entró en la aldea, las jóvenes gopīs sonrieron, y Kṛṣṇa, mientras tocaba la flauta, disfrutó de los bellos rostros sonrientes de las gopīs.

Luego, Kṛṣṇa y Balarāma fueron recibidos inmediatamente por Sus afectuosas madres, Yaśodā y Rohiṇī, quienes, de acuerdo con las demandas del tiempo, comenzaron a satisfacer los deseos de sus afectuosos hijos. Simultáneamente, las madres les prestaron servicio y les otorgaron bendiciones a sus hijos trascendentales. Ellas cuidaron muy esmeradamente a sus hijos, bañándolos y vistiéndolos. A Kṛṣṇa lo vistieron con atuendos amarillos, y a Balarāma con atavíos azulados, y a ambos les dieron toda clase de ornamentos y guirnaldas de flores. Habiéndose aliviado de la fatiga del día de trabajo en el pastizal, Ellos se veían refrescados y muy bellos.

Sus madres les dieron deliciosos platos, y Ellos lo comieron todo en forma placentera. Después de comer, se sentaron agradablemente en Sus lechos limpios, y Sus madres comenzaron a cantar diversas canciones acerca de Sus actividades. Ellos se quedaron dormidos rápidamente, tan pronto como se sentaron en los lechos. En esta forma, Kṛṣṇa y Balarāma solían disfrutar de la vida de Vṛndāvana como pastorcillos de vacas.

Algunas veces, Kṛṣṇa solía ir con Sus compañeros y con Balarāma a la ribera del Yamunā y cuidaba de las vacas, y otras veces iba solo con Sus amigos. Gradualmente, la estación del verano llegó, y un día, mientras estaban en el campo, los niños y las vacas sintieron mucha sed y comenzaron a beber el agua del Yamunā. Sin embargo, el río estaba envenenado por la ponzoña de la gran serpiente conocida como Kāliya.

Debido a que el agua estaba muy envenenada, los niños y las vacas se afectaron visiblemente tan pronto como bebieron de ella. De repente, ellos cayeron al suelo aparentemente muertos. Entonces, Kṛṣṇa, quien es la vida de todas las vidas, simplemente lanzó Su misericordiosa mirada sobre ellos, y todos los niños y las vacas volvieron en sí y comenzaron a mirarse los unos a los otros con gran asombro. Ellos pudieron comprender que habían muerto por beber el agua del Yamunā, y que la misericordiosa mirada de Kṛṣṇa les había restaurado su vida. Así, ellos apreciaron el poder místico de Kṛṣṇa, a quien se le conoce como Yogeśvara, el amo de todos los yogīs místicos.

Así termina el significado de Bhaktivedanta, del capítulo décimo quinto del libro Kṛṣṇa, titulado: «La muerte de Dhenukāsura».

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