La salvación del demonio Bhaumāsura

La historia de Bhaumāsura —de cómo raptó y mantuvo cautivas a dieciséis mil princesas recogidas de los palacios de diversos reyes, y cómo Kṛṣṇa, el Supremo Señor de carácter maravilloso, lo mató— se encuentra totalmente descrita por Śukadeva Gosvāmī al rey Parīkṣit en el Śrīmad-Bhāgavatam. Por lo general, los demonios siempre están en contra de los semidioses. Este demonio, Bhaumāsura, habiéndose vuelto muy poderoso, se llevó a la fuerza la sombrilla del trono del semidiós Varuṇa. También se llevó los zarcillos de Aditi, la madre de los semidioses. Conquistó una parte del celestial Monte Meru y ocupó la parte conocida como Maṇiparvata. Por lo tanto, el rey de los planetas celestiales, Indra, fue a Dvārakā a quejarse de Bhaumāsura ante el Señor Kṛṣṇa.

Al oír esta queja de Indra el rey del cielo, el Señor Kṛṣṇa, acompañada por Su esposa Satyabhāmā, partió inmediatamente hacia la morada de Bhaumāsura. Ambos se montaron en la espalda de Garuḍa, que los llevó volando hasta Prāgjyotiṣapura, la ciudad capital de Bhaumāsura. Entrar en la ciudad de Prāgjyotiṣapura no era una tarea muy fácil, ya que estaba muy bien fortificada. En primer lugar, había cuatro formidables fuertes que cuidaban los cuatro puntos cardinales de la ciudad, y por todos los lados estaba bien protegida por un poder militar formidable. La barrera siguiente era un canal de agua que rodeaba toda la ciudad, y además, la ciudad entera estaba circundada por cables eléctricos. La siguiente fortificación era de anila, una sustancia gaseosa. Después de esto, había una red de alambre de púa construida por un demonio de nombre Mura. Parecía que la ciudad estaba bien protegida aun desde el punto de vista de los avances científicos de hoy en día.

Cuando Kṛṣṇa llegó, hizo añicos todos los fuertes mediante los golpes de Su maza, y la fuerza militar se esparció por todas partes debido a la violenta y constante embestida de las flechas de Kṛṣṇa. Con Su célebre Sudarśana cakra, Él contrarrestó la barrera electrificada; los canales de agua y la barrera gaseosa fueron obviados por completo, y cortó en pedazos la red electrificada construida por el demonio Mura. Mediante la vibración de Su caracola no solamente rompió los corazones de los grandes luchadores, sino que también rompió las máquinas de lucha que se encontraban allí. De forma similar, Su maza invencible rompió las paredes que rodeaban la ciudad.

La vibración de Su caracola sonó como el trueno en el momento de la disolución de la totalidad del cosmos. El demonio Mura oyó la vibración de la caracola, se despertó de su sueño, y salió personalmente a ver qué había sucedido. Tenía cinco cabezas, y desde hacía mucho tiempo vivía dentro del agua. El demonio Mura era tan brillante como el Sol en el momento de la disolución de la manifestación cósmica, y su furia era como el fuego llameante. El fulgor de su cuerpo era tan deslumbrante, que era difícil verlo con los ojos abiertos. Cuando salió, en primer lugar sacó su tridente, y se abalanzó sobre la Suprema Personalidad de Dios. La embestida violenta del demonio Mura fue como la de una gran serpiente que atacaba a Garuḍa. Su furia era muy severa, y parecía estar preparado para devorar a los tres mundos. En primer lugar, atacó al transportador de Kṛṣṇa, Garuḍa, lanzándole su tridente, y comenzó a vibrar sonidos semejantes a los rugidos de un león por sus cinco caras. El rugido producido por la vibración que emitían sus bocas, se esparció por toda la atmósfera, hasta que se extendió no solamente por todas partes del mundo, sino también al espacio sideral, hacia arriba y hacia abajo, expandiéndose en las diez direcciones. De esa forma, el sonido retumbaba a través del universo entero.

El Señor Kṛṣṇa vio que el tridente del demonio Mura gradualmente se abalanzaba hacia Su transportador, Garuḍa. Inmediatamente, haciendo un truco con Su mano, agarró dos flechas y las lanzó hacia el tridente, cortándolo en pedazos. Simultáneamente, usando muchas flechas, atravesó las bocas del demonio Mura. Al verse superado por las maniobras de la Suprema Personalidad de Dios, el demonio Mura de inmediato, con una gran furia, comenzó a golpearlo con su maza. Pero el Señor Kṛṣṇa, con Su propia maza, rompió la maza de Mura en pedazos antes de que lo pudiera alcanzar a Él. El demonio, despojado de su arma, decidió atacar a Kṛṣṇa con sus fuertes brazos, pero con ayuda de Su Sudarśana cakra, Kṛṣṇa inmediatamente separó del cuerpo del demonio sus cinco cabezas. Luego el demonio cayó al agua, tal como la cima de una montaña cae al océano después de ser golpeada por un relámpago de Indra.

Este demonio Mura tenía siete hijos, llamados: Tāmra, Antarikṣa, Śravaṇa, Vibhāvasu, Vasu, Nabhasvān y Aruṇa. Todos ellos se envanecieron y se volvieron vengativos a causa de la muerte de su padre, y para vengarse, se prepararon, con una gran furia, para luchar con Kṛṣṇa. Se equiparon con las armas necesarias, y colocaron a Pīṭha, otro demonio, para que actuara en la batalla como comandante. Por orden de Bhaumāsura, todos juntos atacaron a Kṛṣṇa.

Cuando llegaron ante Kṛṣṇa, comenzaron a hacer llover sobre Él muchos tipos de armas, tales como espadas, mazas, lanzas, flechas y tridentes. Pero no sabían que la fuerza de la Suprema Personalidad de Dios es ilimitada e invencible. Kṛṣṇa, con Sus flechas, cortó en pedazos que eran como granos, todas las armas de los soldados de Bhaumāsura. Luego Kṛṣṇa lanzó Sus armas, y el comandante en jefe de Bhaumāsura, Pītha, cayó juntamente con sus asistentes, con sus trajes militares desgarrados y con sus cabezas, piernas, brazos y muslos cercenados. Todos fueron enviados donde el superintendente de la muerte, Yamarāja.

Bhaumāsura también era conocido como Narakāsura, pues resultaba ser el hijo de la Tierra personificada. Cuando vio que todos sus soldados, comandantes y luchadores fueron muertos en el campo de batalla por los golpes de las armas de la Personalidad de Dios, se puso extremadamente furioso con el Señor. Luego salió de la ciudad con un gran número de elefantes que habían nacido y habían sido criados a la orilla del mar. Todos ellos estaban sumamente embriagados. Cuando salieron, vieron que el Señor Kṛṣṇa y Su esposa estaban hermosamente colocados en lo alto del espacio sideral, tal como una nube negruzca que circunda al Sol, y que brilla con la luz de la electricidad. El demonio Bhaumāsura inmediatamente lanzó un arma llamada Śataghnī, con la cual podía matar a cientos de guerreros de un disparo, y simultáneamente, todos sus asistentes también lanzaron sus armas respectivas contra la Suprema Personalidad de Dios. El Señor Kṛṣṇa contrarrestó todas estas armas lanzando flechas emplumadas. El resultado de esta lucha fue que todos los soldados y comandantes de Bhaumāsura cayeron al piso, con sus brazos, piernas y cabezas separadas de sus troncos, y todos sus caballos y elefantes también cayeron con ellos. Así pues, todas las armas que Bhaumāsura lanzó, fueron hechas añicos por el contraataque de las flechas del Señor.

El Señor luchaba desde la espalda de Garuḍa, y Garuḍa también ayudaba al Señor golpeando a los caballos y a los elefantes con sus alas, y rasguñando sus cabezas con sus uñas y con su afilado pico. Los elefantes sentían mucho dolor debido al ataque de Garuḍa, y todos se dispersaron del campo de batalla. Solo Bhaumāsura permaneció en el campo de batalla, y se ocupó de luchar con Kṛṣṇa. Él vio que el transportador de Kṛṣṇa, Garuḍa, estaba causándole grandes disturbios a sus soldados y elefantes, y con gran furia lo golpeó con toda fuerza, la cual superaba la fuerza del rayo. Afortunadamente, Garuḍa no era un pájaro ordinario, y sintió los golpes que Bhaumāsura le daba, tal como el impacto que siente un gran elefante al ser golpeado con una guirnalda de flores.

Así pues, Bhaumāsura se dio cuenta de que ninguno de sus trucos afectaría a Kṛṣṇa, y se percató de que todos sus intentos de matar a Kṛṣṇa serían frustrados. Aun así, lo intentó por última vez, tomando un tridente en su mano para atacarlo. Kṛṣṇa era tan hábil, que antes de que Bhaumāsura pudiera tocar su tridente, cortó su cabeza con el afilado Sudarśana cakra. Su cabeza, iluminada por zarcillos y yelmos, cayó en el campo de batalla. En la ocasión de la muerte de Bhaumāsura a manos del Señor Kṛṣṇa, todos los parientes del demonio gritaron desesperados, y las personas santas glorificaron las actividades caballerescas del Señor. Aprovechando esta oportunidad, los habitantes de los planetas celestiales hicieron llover flores sobre el Señor.

En ese momento, la Tierra personificada, apareció ante el Señor Kṛṣṇa y lo saludó con una guirnalda de joyas vaijayantī. Ella además devolvió los zarcillos deslumbrantes de Aditi, que estaban adornados con joyas y oro. También, devolvió la sombrilla de Varuṇa, juntamente con otra joya valiosa, que obsequió a Kṛṣṇa. Después de esto, la Tierra personificada comenzó a ofrecerle sus oraciones a Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad y amo del mundo, a quien siempre adoran los muy excelsos semidioses. Ella se postró con reverencia, y comenzó a hablar con gran éxtasis de devoción:

«Permítaseme ofrecerle mis respetuosas reverencias al Señor, que siempre está presente con cuatro clases de símbolos —Su caracola, Su disco, Su loto y Su maza— y que es el Señor de todos los semidioses. Por favor, acepta mis respetuosas reverencias ante Ti. Mi querido Señor, Tú eres la Superalma, y para satisfacer la aspiración de Tus devotos, desciendes a la Tierra en Tus diversas encarnaciones trascendentales, las cuales son justamente las apropiadas para los deseos de adoración de los devotos. Por favor, acepta mis respetuosas reverencias.

»Mi querido Señor, la flor de todo crece de Tu ombligo, y siempre estás adornado con una guirnalda de flores de loto. Tus ojos siempre están extendidos como los pétalos de la flor de loto, y por lo tanto, complacen por completo los ojos de las demás personas. Tus pies de loto son tan suaves y delicados, que siempre Tus devotos puros los adoran, y así tranquilizan sus corazones semejantes a los lotos. Por lo tanto, Te ofrezco repetidamente mis respetuosas reverencias.

»Tú posees todo tipo de religión, fama, propiedad, conocimiento y renunciación; Tú eres el refugio de todas las cinco opulencias. Aunque eres omnipresente, has aparecido como el hijo de Vasudeva. Por ello, por favor acepta mis respetuosas reverencias. Tú eres la Suprema y Original Personalidad de Dios, y la suprema causa de todas las causas. Solamente Vuestra Señoría es la fuente de todo conocimiento. Permítaseme ofrecerte mis respetuosas reverencias. Si bien eres el padre de toda la manifestación cósmica, Tú eres innaciente, y eres la fuente y el refugio de todo tipo de energías. Tú causas la aparición manifestada de este mundo, y eres tanto la causa como el efecto de esta manifestación cósmica. Por lo tanto, por favor acepta mis respetuosas reverencias.

»Mi querido Señor, en lo que concierne a los tres dioses —Brahmā, Viṣṇu y Śiva— tampoco son independientes de Ti. Cuando hay necesidad de crear esta manifestación cósmica, creas Tu aparición apasionada de Brahmā, y cuando quieres mantener esta manifestación cósmica, Te expandes como el Señor Viṣṇu, la fuente de toda bondad. De forma similar, apareces como el Señor Śiva, amo de las modalidades de la ignorancia, y de esa forma disuelves la creación entera. Siempre mantienes Tu posición trascendental, a pesar de crear estas tres modalidades de la naturaleza material. Tú nunca Te enredas con estas modalidades de la naturaleza material, como ocurre con las entidades vivientes ordinarias.

»En realidad, mi Señor, Tú eres la naturaleza material, eres el padre del universo, y el tiempo eterno que ha causado la combinación de la naturaleza y del creador material. Aun así, siempre eres trascendental a todas esas actividades materiales. Mi querido Señor, ¡oh, Suprema Personalidad de Dios!, yo sé que en la tierra, el agua, el fuego, el aire, el cielo, los cinco objetos de los sentidos, la mente, los sentidos y sus deidades, el egotismo, así como también la energía descansa en Ti y es mantenido por Ti. Ya que todo se produce de Ti, nada puede separarse de Ti. Aun así, ya que estás situado trascendentalmente, tampoco puede algo material ser identificado con Tu personalidad. Por lo tanto, todo es simultáneamente uno contigo y diferente de Ti, y los filósofos que tratan de separar todo de Ti, ciertamente están equivocados en su punto de vista.

»Mi querido Señor, permíteme informarte que este muchacho, cuyo nombre es Bhagadatta, es el hijo de mi hijo, Bhaumāsura. La espantosa situación creada por la muerte de su padre lo ha afectado mucho y está muy confundido, temeroso de la presente situación. Por lo tanto, lo he traído para que se rinda a Tus pies de loto. Le pido a Vuestra Señoría que le dé refugio a este niño, y que lo bendiga con Sus pies de loto. Te lo traigo para que pueda librarse de las reacciones de todas las actividades pecaminosas de su padre».

Cuando el Señor Kṛṣṇa oyó las oraciones de la madre Tierra, inmediatamente le aseguró de la inmunidad de toda situación temible. Le dijo a Bhagadatta: «No tengas miedo». Luego entró en el palacio de Bhaumāsura, que estaba equipado con todo tipo de opulencias. Dentro del palacio de Bhaumāsura, el Señor Kṛṣṇa vio a dieciséis mil cien jóvenes princesas que habían sido raptadas y mantenidas cautivas allí. Cuando las princesas vieron entrar al palacio a la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, inmediatamente quedaron cautivadas por la belleza del Señor, y oraron pidiéndole Su misericordia sin causa. En sus mentes, decidieron aceptar al Señor Kṛṣṇa como su esposo, sin ninguna vacilación. Cada una de ellas comenzó a rezarle a la Providencia para que Kṛṣṇa se convirtiera en su esposo. De forma sincera y seria, ofrecieron sus corazones a los pies de loto de Kṛṣṇa con una actitud devocional inmaculada. Como la Superalma situada en el corazón de toda persona, Kṛṣṇa percibió su deseo exento de contaminación, y convino en aceptarlas como Sus esposas. Así, dispuso todo para obtener vestidos y ornamentos adecuados para ellas, y cada una de ellas, sentada en un palanquín, fue despachada a Ciudad Dvārakā. Kṛṣṇa también recogió las ilimitadas riquezas del palacio, juntamente con las cuadrigas, caballos, joyas y tesoros. Se llevó del palacio cincuenta elefantes blancos, cada uno con cuatro colmillos, y todos fueron despachados a Dvārakā.

Después de este incidente, el Señor Kṛṣṇa y Satyabhāmā entraron a Amarāvatī, la ciudad capital del planeta celestial, e inmediatamente entraron al palacio del rey Indra y de su esposa, Śacīdevī, que les dieron la bienvenida. Kṛṣṇa luego le regaló a Indra los zarcillos de Aditi.

Cuando Kṛṣṇa y Satyabhāmā regresaban de la ciudad capital de Indra, Satyabhāmā recordó la promesa de Kṛṣṇa de darle la planta de la flor pārijāta. Aprovechando la oportunidad de haber ido al reino celestial, ella arrancó una planta pārijāta y la puso en el lomo de Garuḍa. Una vez Nārada tomó una flor pārijāta y se la regaló a la esposa principal de Kṛṣṇa, Śrī Rukmiṇī-devī. A causa de eso, Satyabhāmā desarrolló un complejo de inferioridad; ella también quería que Kṛṣṇa le diera una flor. Kṛṣṇa podía comprender la naturaleza competidora femenina de Sus coesposas, y sonrió. Inmediatamente le preguntó a Satyabhāmā: «¿Por qué pides tan solo una flor? Me gustaría darte un árbol entero de flores pārijāta».

En realidad, Kṛṣṇa había llevado a Su esposa Sathyabhāmā con Él a propósito, para que pudiera recoger la pārijāta con sus propias manos. Pero los habitantes del planeta celestial, entre ellos Indra, se exasperaron mucho. Sin su permiso, Sathyabhāmā había arrancado una planta pārijāta que no había de encontrarse en el planeta Tierra. Indra, juntamente con los demás semidioses, le opuso resistencia a Kṛṣṇa y a Satyabhāmā por haberse llevado la planta, pero para complacer a Su esposa favorita Satyabhāmā, Kṛṣṇa se volvió determinado e inflexible, así que hubo una lucha entre los semidioses y Kṛṣṇa. Como de costumbre, Kṛṣṇa salió victorioso, y de forma triunfante trajo la planta pārijāta escogida por Su esposa a este planeta Tierra, a Dvārakā. Después de esto, la planta fue instalada en el jardín del palacio de Satyabhāmā. A causa de este árbol extraordinario, la casa de jardín de Satyabhāmā se volvió extraordinariamente hermosa. A medida que la planta pārijāta bajaba al planeta terrenal, la fragancia de su flor también bajaba, y los cisnes celestiales también emigraron a esta Tierra buscando su fragancia y su miel.

Los grandes sabios como Śukadeva Gosvāmī no apreciaron mucho el comportamiento del rey Indra hacia Kṛṣṇa. Por Su misericordia sin causa, Kṛṣṇa había ido al reino celestial, Amarāvatī, para regalarle a Indra los zarcillos de su madre que se habían perdido con Bhaumāsura, e Indra había estado muy contento de recibirlos. Pero cuando Kṛṣṇa se llevó una planta de la flor del reino celestial, Indra lo desafió para que luchara con él. Ese es un ejemplo de egoísmo dado por Indra. Él ofreció sus oraciones, bajando su cabeza a los pies de loto de Kṛṣṇa, pero tan pronto como su propósito estaba satisfecho, se convirtió en una criatura diferente. Así son los tratos entre los hombres materialistas. Ellos siempre están interesados en su propio provecho. Con este propósito, pueden ofrecer todo tipo de respeto a cualquiera, pero cuando se termina su interés personal, ya no son amigos. Esta naturaleza egoísta no solamente se encuentra entre la clase más rica de hombres de este planeta, sino que está presente aun en personalidades como Indra y otros semidioses. El tener demasiadas riquezas vuelve egoísta al hombre. Un hombre egoísta no está dispuesto a desarrollar conciencia de Kṛṣṇa, y los grandes devotos como Śukadeva Gosvāmī lo condenan. En otras palabras, la posesión de demasiadas riquezas mundanas lo incapacita a uno para el desarrollo de conciencia de Kṛṣṇa.

Después de derrotar a Indra, Kṛṣṇa dispuso todo para casarse con las dieciséis mil cien muchachas traídas de la custodia de Bhaumāsura. Expandiéndose en dieciséis mil cien formas, simultáneamente se casó con todas ellas en diferentes palacios, en un momento auspicioso. De esa forma, estableció la verdad de que Kṛṣṇa, y nadie más, es la Suprema Personalidad de Dios. No hay nada imposible para Él, pues Kṛṣṇa es la Suprema Personalidad de Dios; Él es todopoderoso, omnipresente e imperecedero, y como tal, no hay nada asombroso en este pasatiempo. Todos los palacios de más de dieciséis mil reinas de Kṛṣṇa estaban llenos de jardines y mobiliario adecuados, y otros enseres, de los cuales no hay paralelo en este mundo. No hay exageración en esta historia del Śrīmad-Bhāgavatam. Las reinas de Kṛṣṇa eran todas expansiones de la diosa de la fortuna, Lakṣmījī. Kṛṣṇa solía vivir con ellas en diferentes palacios, y las trataba tal como un hombre ordinario trata a su esposa.

Siempre debemos recordar que la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, actuaba en el papel de un ser humano; si bien exhibió Sus opulencias extraordinarias casándose simultáneamente con más de dieciséis mil princesas en más de dieciséis mil palacios, se comportó con ellas tal como un hombre ordinario, y observó estrictamente la relación que se requiere entre esposo y esposa en los hogares ordinarios. Por lo tanto, es muy difícil comprender las características del Brahman Supremo, la Personalidad de Dios. Aun los semidioses como Brahmā y otros son incapaces de sondear los pasatiempos trascendentales del Señor. Las esposas de Kṛṣṇa eran tan afortunadas, que obtuvieron a la Suprema Personalidad de Dios como esposo, aunque la personalidad de su esposo les es desconocida aun a los semidioses como Brahmā.

En sus tratos como esposos, Kṛṣṇa y Sus reinas sonreían, hablaban, bromeaban, se abrazaban, etc., y su relación conyugal se desarrolló, aumentando siempre. De esa forma, tanto Kṛṣṇa como las reinas disfrutaron de la felicidad trascendental en su vida hogareña. A pesar de que todas y cada una de las reinas tenían miles de sirvientas ocupadas a su servicio, todas las reinas estaban personalmente atentas de servirle a Kṛṣṇa. Cada una de ellas solía recibir a Kṛṣṇa personalmente cuando entraba al palacio. Se ocupaban en sentarlo en un sofá cómodo, obsequiándole con todo tipo de enseres de adoración, lavando Sus pies de loto con agua del Ganges, ofreciéndole nueces de betel y dando masajes a Sus piernas. De esa forma, lo aliviaban de la fatiga de estar fuera del hogar. Ellas se ocupaban de abanicarlo agradablemente, de ofrecerle fragantes esencias florales, de adornarlo con guirnaldas de flores, de arreglar Sus cabellos, de pedirle que se acostara para descansar, de bañarlo personalmente y de alimentarlo con platos muy apetitosos. Cada reina hacía todas esas cosas por sí sola. Ellas no esperaban a las sirvientas. En otras palabras, Kṛṣṇa y Sus diferentes reinas exhibieron en esta Tierra una vida hogareña ideal.

Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo quincuagésimo noveno del libro Kṛṣṇa, titulado: «La salvación del demonio Bhaumāsura».

Scroll al inicio