El Señor Kṛṣṇa en ciudad Indraprastha
En presencia del gran sabio Nārada y de todos los demás asociados del Señor Kṛṣṇa, Uddhava consideró la situación, y luego habló de la siguiente manera: «Mi querido Señor, en primer lugar permíteme decir que el gran sabio Nārada Muni Te ha pedido que vayas a Hastināpura para satisfacer al rey Yudhiṣṭhira, Tu primo, que está organizando todo para realizar el gran sacrificio conocido como Rājasūya. Así pues, creo que Vuestra Señoría debería ir allí de inmediato, para ayudar al Rey en esa gran aventura. Sin embargo, si bien es bastante apropiado aceptar con preferencia la invitación ofrecida por el gran sabio Nārada Muni, al mismo tiempo, mi Señor, es Tu deber darle protección a las almas rendidas. Se pueden lograr ambos objetivos si comprendemos la situación completa. A menos que logremos la victoria sobre todos los reyes, nadie podrá ejecutar ese sacrificio Rājasūya. En otras palabras, se debe comprender que el rey Yudhiṣṭhira no puede ejecutar ese gran sacrificio, sin conseguir la victoria sobre el belicoso rey Jarāsandha. Solamente aquel que ha logrado la victoria en todas las direcciones, puede ejecutar el sacrificio Rājasūya. Por consiguiente, para lograr ambos propósitos, en primer lugar hemos de matar a Jarāsandha. Creo que si de una manera u otra podemos lograr la victoria sobre Jarāsandha, entonces automáticamente se cumplirán todos nuestros propósitos. Los reyes encarcelados serán liberados, y con gran placer disfrutaremos de la propagación de Tu fama trascendental por haber salvado a los reyes inocentes que Jarāsandha encarceló.
»Pero el rey Jarāsandha no es un hombre ordinario. Él ha demostrado ser un obstáculo aun para los grandes guerreros, pues su fuerza corporal es igual a la fuerza de diez mil elefantes. Si hay alguien que pueda conquistar a ese rey, no puede ser otro que Bhīmasena, debido a que él también posee la fuerza de diez mil elefantes. Lo mejor sería que Bhīmasena luchara solo con él. Así no habría matanzas innecesarias de muchos soldados. De hecho, sería muy difícil conquistar a Jarāsandha si se presentara con sus divisiones akṣauhīni de soldados. Por lo tanto, debemos adoptar una política más favorable para la situación. Sabemos que el rey Jarāsandha tiene mucha devoción por los brāhmaṇas y una disposición muy caritativa para con ellos; nunca se niega a complacer ningún pedido de un brāhmaṇa. En consecuencia, creo que Bhīmasena, disfrazado de brāhmaṇa debe acercarse a Jarāsandha, mendigarle caridad y luego ocuparse personalmente de pelear con él. Y para asegurar la victoria de Bhīmasena, creo que Vuestra Señoría también debiera acompañarlo. Si la lucha se ejecuta en Tu presencia, estoy seguro que Bhīmasena saldrá victorioso, pues Tu presencia hace que todo lo imposible se vuelva posible. En efecto, el Señor Brahmā crea este universo y el Señor Śiva lo destruye simplemente por Tu influencia.
»En realidad, Tú creas y destruyes toda la manifestación cósmica; el Señor Brahmā y el Señor Śiva son solamente las causas visibles superficialmente. De hecho, la creación y la destrucción las ejecuta el invisible factor tiempo, el cual es Tu representación impersonal. Todo está bajo el control de este factor tiempo. Si Tu invisible factor tiempo puede ejecutar esos actos maravillosos a través del Señor Brahmā y del Señor Śiva, ¿no ayudaría Tu presencia personal a que Bhīmasena conquistara a Jarāsandha? Mi querido Señor, cuando Jarāsandha sea matado, las reinas de todos los reyes encarcelados se sentirán tan jubilosas por la liberación de sus esposos en virtud de Tu misericordia, que todas cantarán Tus glorias; ellas estarán tan complacidas como lo estuvieron las gopīs al ser liberadas de Śaṅkhāsura. Todos los grandes sabios; Gajendra, el rey de los elefantes; Sītā, la diosa de la fortuna; e incluso Tu padre y Tu madre, fueron todos salvados por Tu misericordia sin causa. Nosotros también hemos sido salvados de esa manera, y siempre cantamos las glorias trascendentales de Tus actividades.
»Por consiguiente, creo que si primero se intenta conseguir la muerte de Jarāsandha, eso resolverá automáticamente muchos otros problemas. En lo que se refiere al sacrificio Rājasūya que se ha organizado en Hastināpura, habrá de llevarse a cabo, ya sea por las actividades piadosas de los reyes encarcelados o por las actividades impías de Jarāsandha.
»Mi Señor, parece que Tú habrás de ir personalmente a Hastināpura a conquistar a reyes demoníacos tales como Jarāsandha y Śiśupāla, a liberar a los reyes piadosos que están encarcelados, y a ejecutar además el gran sacrificio Rājasūya. Considerando todo esto, creo que Vuestra Señoría debiera dirigirse inmediatamente hacia Hastināpura».
Este consejo de Uddhava lo apreciaron todos los que se encontraban presentes en la asamblea; todos consideraron que la ida del Señor Kṛṣṇa a Hastināpura sería beneficiosa desde todo punto de vista. El gran sabio Nārada, las personalidades mayores de la dinastía Yadu y la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa Mismo, apoyaron todos la afirmación de Uddhava. Luego, el Señor Kṛṣṇa le pidió permiso a Su padre Vasudeva y a Su abuelo Ugrasena, e inmediatamente les ordenó a Sus sirvientes Dāruka y Jaitra que dispusieran todo para el viaje a Hastināpura. Cuando todo estuvo preparado, el Señor Kṛṣṇa se despidió especialmente del Señor Balarāma y del rey de los Yadus, Ugrasena, y después de despachar a Sus reinas juntamente con sus hijos, y enviar adelante el equipaje que necesitaban, se montó en Su cuadriga, la cual llevaba la bandera marcada con la imagen de Garuḍa.
Antes de comenzar la procesión, el Señor Kṛṣṇa satisfizo al gran sabio Nārada, ofreciéndole diferentes clases de artículos de adoración. Nāradajī quería caer a los pies de loto de Kṛṣṇa, pero debido a que el Señor desempeñaba el papel de un ser humano, simplemente le ofreció sus respetos dentro de su mente, y, fijando en su corazón la forma trascendental del Señor, abandonó la casa de asamblea por la vía aérea. Normalmente, el sabio Nārada no camina por la superficie del globo, sino que viaja por el espacio sideral. Después de la partida de Nārada, el Señor Kṛṣṇa se dirigió al mensajero que había venido de parte de los reyes encarcelados, y le dijo que no debían de preocuparse pues muy pronto Él haría lo necesario para matar al rey de Magadha, Jarāsandha. Así pues, les deseó buena fortuna a todos los reyes encarcelados y al mensajero. Después de recibir esta garantía del Señor Kṛṣṇa, el mensajero regresó donde se encontraban los reyes encarcelados y les informó de la feliz noticia de la visita inminente del Señor. Todos los reyes se pusieron jubilosos con la noticia, y comenzaron a esperar muy ansiosamente la llegada del Señor.
La cuadriga del Señor Kṛṣṇa comenzó a avanzar, acompañada por muchas otras cuadrigas, juntamente con elefantes, caballería, infantería y enseres reales similares. Cornetas, tambores, trompetas, caracolas, cuernos y clarines produjeron un sonido fuerte y auspicioso que vibró en todas las direcciones. Las dieciséis mil reinas, encabezadas por la diosa de la fortuna, Rukmiṇī-devī, la esposa ideal del Señor Kṛṣṇa, y acompañadas por sus hijos respectivos, iban todas detrás del Señor Kṛṣṇa. Estaban vestidas con costosas ropas adornadas con ornamentos, y sus cuerpos estaban untados con pasta de sándalo, y enguirnaldados con flores fragantes. Ellas seguían a Su excelso esposo, el Señor Kṛṣṇa, montadas en palanquines que estaban hermosamente decorados con seda, banderas y encaje de oro. Los soldados de infantería llevaban escudos, espadas y lanzas en sus manos, y actuaban como guardaespaldas reales de las reinas. En la parte de atrás de la procesión estaban las esposas y los hijos de todos los demás seguidores, y también había muchas cortesanas que seguían la procesión. Muchas bestias de carga, tales como toros, búfalos, mulas y burros, cargaban los campamentos, la ropa de cama y las alfombras, y las mujeres que seguían estaban sentadas en palanquines distintos, en los lomos de los camellos. Esta procesión panorámica estaba acompañada por los gritos de la gente, y estaba llena de despliegues de banderas, sombrillas y colas de yak, todas de diversos colores, y de diferentes variedades de armas, vestidos, ornamentos, yelmos y armamentos. La procesión, al reflejar el brillo del Sol, parecía un océano con altas olas y tiburones.
De esa manera, la procesión del séquito del Señor Kṛṣṇa avanzó hacia Hastināpura (Nueva Delhi) y, gradualmente, pasó a través de los reinos de Ānarta (la provincia de Gujarat), Sauvīra (Sauret), el gran desierto de Rājasthāna, y luego Kurukṣetra. Entre esos reinos había muchas montañas, ríos, pueblos, aldeas, pastizales y campos mineros. En su recorrido, la procesión pasó a través de todos estos lugares. El Señor cruzó dos grandes ríos en Su camino hacia Hastināpura: el Dṛṣvatī y el Sarasvatī. Luego, atravesó la provincia de Pañcāla y la provincia de Matsya. De esa forma, finalmente llegó a Indraprastha.
El tener una audiencia con la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, no es una cosa muy ordinaria. Por lo tanto, cuando el rey Yudhiṣṭhira oyó que el Señor Kṛṣṇa ya había llegado a su ciudad capital, Hastināpura, se puso tan jubiloso, que todo su pelo se erizó debido al gran éxtasis, e inmediatamente salió de la ciudad para recibirlo apropiadamente. Él ordenó la vibración musical de diferentes instrumentos y canciones, y los brāhmaṇas eruditos de la ciudad comenzaron a cantar los himnos de los Vedas en voz muy alta. Al Señor Kṛṣṇa se le conoce como Hṛṣīkeśa, el amo de los sentidos, y el rey Yudhiṣṭhira se adelantó para recibirlo tal como los sentidos reciben la conciencia de la vida. El rey Yudhiṣṭhira era el primo mayor de Kṛṣṇa. Como es natural, sentía gran afecto por el Señor, y tan pronto como lo vio, su corazón se llenó de gran amor y afecto. Él no había visto al Señor hacía muchos días y, por ende, se consideró de lo más afortunado al verlo presente ante él. El Rey comenzó, entonces, a abrazar al Señor Kṛṣṇa una y otra vez con gran afecto.
La forma eterna del Señor Kṛṣṇa es la residencia eterna de la diosa de la fortuna. El rey Yudhiṣṭhira, tan pronto como lo abrazó, se liberó de toda la contaminación de la existencia material. Inmediatamente sintió bienaventuranza trascendental, y se sumergió en un océano de felicidad. Había lágrimas en sus ojos, y su cuerpo temblaba de éxtasis. Él olvidó por completo que estaba viviendo en este mundo material. Después de esto, Bhīmasena, el segundo hermano de los Pāṇḍavas, sonrió y abrazó al Señor Kṛṣṇa, considerándolo su propio primo materno, y, en consecuencia, quedó sumergido en gran éxtasis. Bhīmasena también estaba tan lleno de éxtasis, que por el momento se olvidó de su existencia material. Luego, el Señor Śrī Kṛṣṇa Mismo abrazó a los otros tres Pāṇḍavas: Arjuna, Nakula y Sahadeva. Los ojos de los tres hermanos estaban inundados de lágrimas, y Arjuna abrazó a Kṛṣṇa una y otra vez, porque eran amigos íntimos. Los dos hermanos menores de los Pāṇḍavas, después de que el Señor Kṛṣṇa los abrazó, cayeron a Sus pies de loto para ofrecerle sus respetos. Después de esto, el Señor Kṛṣṇa ofreció Sus reverencias a los brāhmaṇas presentes, así como también a los miembros mayores de la dinastía Kuru, como Bhīṣma, Droṇa y Dhṛtarāṣṭra. Había muchos reyes de diferentes provincias, tales como la de Kuru, Sṛñjaya y Kekaya, y el Señor Kṛṣṇa intercambió saludos y respetos con ellos, recíproca y debidamente. Los recitadores profesionales, como los sūtas, māgadhas, y vandīs, acompañados por los brāhmaṇas, le ofrecieron sus oraciones respetuosas al Señor. Artistas y músicos como los Gandharvas, así como también los bufones reales, comenzaron a hacer sonar sus tambores, caracolas, timbales, vīṇas, mṛdaṅgas y cornetas, y exhibieron su arte de danzar para complacer al Señor. Así, la completamente famosa Suprema Personalidad de Dios, el Señor Kṛṣṇa, entró a la gran ciudad de Hastināpura, la cual era opulenta en todo aspecto. Mientras el Señor Kṛṣṇa entraba a la ciudad, toda la gente hablaba entre sí acerca de las glorias del Señor, alabando Sus trascendentales nombres, naturaleza, forma, etc.
Todos los caminos, calles y senderos de Hastināpura fueron rociados con aguas fragantes, mediante las trompas de elefantes embriagados. En diferentes lugares de la ciudad había festones y banderas de colores vivos que decoraban las casas y las calles. En los importantes cruces de caminos había portones con decoraciones de oro, y a los dos lados de los portones había jarrones de agua hechos de oro. Estas hermosas decoraciones glorificaban la opulencia de la ciudad. Participando en esta gran ceremonia, todos los ciudadanos se reunieron por todas partes, vestidos con ropas nuevas llenas de colorido, y adornados con ornamentos, guirnaldas de flores y esencias fragantes. Todas las casas estaban iluminadas por cientos y miles de lámparas colocadas en diferentes rincones de las cornisas, paredes, columnas, bases y arquitrabes, y desde muy lejos, los rayos de las lámparas parecían estar celebrando el festival de Dīpāvalī (un festival particular que se observa el día de año nuevo del calendario hindú). Dentro de las casas ardía un incienso fragante, y el humo ascendía y salía a través de las ventanas, volviendo toda la atmósfera muy agradable. En la parte superior de todas las casas ondeaban banderas, y las vasijas de agua hechas de oro que se guardaban en las azoteas, resplandecían muy brillantemente.
El Señor Kṛṣṇa entró así a la ciudad de los Pāṇḍavas, disfrutó de la bella atmósfera, y lentamente siguió hacia adelante. Cuando las jóvenes de cada una de las casas oyeron que el Señor Kṛṣṇa, el único objeto que vale la pena ver, pasaba por el camino, se pusieron muy ansiosas por ver a esta personalidad supremamente famosa. Sus cabellos se soltaron, y sus apretados sārīs se aflojaron a causa de su precipitada carrera por verlo. Ellas abandonaron sus ocupaciones hogareñas, y las que yacían en la cama con sus esposos, inmediatamente los abandonaron, y bajaron inmediatamente a las calles para ver al Señor Kṛṣṇa.
La procesión de elefantes, caballos, cuadrigas e infantería estaba muy congestionada; algunos, no pudiendo ver bien entre la multitud, subieron a las azoteas de las casas. Complacidos de ver al Señor Kṛṣṇa pasando con Sus miles de reinas, comenzaron a arrojar flores sobre la procesión, y abrazaron al Señor Kṛṣṇa en sus mentes y le dieron una recepción calurosa. Cuando lo vieron en medio de Sus muchas reinas, tal como la Luna llena entre muchos luminares, comenzaron a hablar entre sí.
Una muchacha le dijo a otra: «Mi querida amiga, es muy difícil adivinar qué clase de actividades piadosas pudieran haber ejecutado estas reinas, pues siempre están disfrutando de la cara sonriente y las miradas amorosas de Kṛṣṇa». Mientras el Señor Kṛṣṇa pasaba de esa manera por el camino, a intervalos, algunos de los ciudadanos opulentos, que eran todos ricos, respetables y que estaban exentos de actividades pecaminosas, le obsequiaron artículos auspiciosos al Señor, solo para ofrecerle una recepción a Su arribo a la ciudad. Así pues, lo adoraron como sirvientes humildes.
Cuando el Señor Kṛṣṇa entró en el palacio, todas las damas presentes se sobrecogieron de afecto con tan solo verlo. Inmediatamente recibieron al señor Kṛṣṇa con ojos rutilantes que expresaban su amor y afecto por Él, y el Señor Kṛṣṇa sonrió y aceptó sus sentimientos y gestos de recepción. Cuando Kuntī, la madre de los Pāṇḍavas, vio a su sobrino, el Señor Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, su amor y afecto se desbordaron. Se levantó de su cama y apareció ante Él con su nuera, Draupadī, y con amor y afecto maternos lo abrazó. El rey Yudhiṣṭhira, a medida que llevaba a Kṛṣṇa hacia el interior del palacio, se confundió tanto por su estado jubiloso, que prácticamente se olvidó de lo que debía hacer en ese momento para recibir a Kṛṣṇa y adorarlo apropiadamente. El Señor Kṛṣṇa, con deleite, le ofreció Sus respetos y reverencias a Kuntī y a otras damas mayores del palacio. Su hermana menor, Subhadrā, también se encontraba allí de pie con Draupadī, y ambas ofrecieron sus respetuosas reverencias a los pies de loto del Señor. Por indicación de su suegra, Draupadī trajo ropas, ornamentos y guirnaldas, y con estos enseres recibieron a las reinas Rukmiṇī, Satyabhāmā, Bhadrā, Jāmbavatī, Kālindī, Mitravindā, Lakṣmaṇā y a la consagrada Satyā. Estas reinas principales del Señor Kṛṣṇa fueron recibidas primero, y luego también se les ofreció una recepción apropiada a las demás reinas. El rey Yudhiṣṭhira dispuso todo para el descanso de Kṛṣṇa, y se aseguró de que todos aquellos que habían llegado con Él —Sus reinas, Sus soldados, Sus ministros y Sus secretarios— se encontraban instalados cómodamente. Había organizado todo para que experimentaran una nueva faceta de recepción todos los días, mientras se encontraran allí como huéspedes de los Pāṇḍavas.
Fue en ese entonces que el Señor Śrī Kṛṣṇa, con la ayuda de Arjuna y para la satisfacción del dios del fuego, Agni, le permitió a este devorar el bosque Khāṇḍava. Durante el incendio del bosque, Kṛṣṇa salvó al demonio Mayāsura que se escondía en el mismo. Al ser salvado, Mayāsura se sintió endeudado con los Pāṇḍavas y con el Señor Kṛṣṇa, y construyó una maravillosa casa de asamblea dentro de la ciudad de Hastināpura. El Señor Kṛṣṇa, para complacer al rey Yudhiṣṭhira, permaneció en la ciudad de Hastināpura por varios meses. Durante Su estadía allí, disfrutó de paseos de un lado a otro. Él solía conducir cuadrigas juntamente con Arjuna, y muchos guerreros y soldados solían seguirlos.
Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo septuagésimo primero del libro Kṛṣṇa, titulado: «El Señor Kṛṣṇa en Ciudad Indraprastha».