La liberación del rey Jarāsandha


En la gran asamblea de respetables ciudadanos, amigos, parientes, brāhmaṇas, kṣatriyas y vaiśyas, el rey Yudhiṣṭhira, en presencia de todos, incluso de sus hermanos, se dirigió directamente al Señor Kṛṣṇa de la siguiente manera: «Mi querido Señor Kṛṣṇa, el sacrificio conocido como Rājasūya-yajña ha de ser ejecutado por el emperador, y se le considera el rey de todos los sacrificios. Mediante su ejecución, deseo satisfacer a todos los semidioses, quienes son Tus representantes apoderados dentro de este mundo material, y deseo que tengas la bondad de ayudarme en esta gran aventura, para que pueda ejecutarse con éxito. En lo que concierne a los Pāṇḍavas, no tenemos nada que pedirle a los semidioses. Personalmente estamos plenamente satisfechos con ser Tus devotos. Como dices en el Bhagavad-gītā: “Las personas que están confundidas por deseos materiales, adoran a los semidioses”; pero nuestro propósito es diferente: quiero ejecutar este sacrificio Rājasūya e invitar a los semidioses, para mostrarles que no tienen poder independiente de Ti. Todos son Tus sirvientes, y Tú eres la Suprema Personalidad de Dios. Las personas tontas, que tienen un escaso acopio de conocimiento, consideran a Su Señoría un ser humano ordinario. Algunas veces tratan de encontrar defectos en Ti, y algunas veces Te difaman. Por ello, deseo ejecutar este Rājasūya-yajña. Deseo invitar a todos los semidioses, comenzando con el Señor Brahmā, el Señor Śiva y otros jefes eminentes de los planetas celestiales, y en esa gran asamblea de semidioses de todas partes del universo, quiero confirmar que Tú eres la Suprema Personalidad de Dios y que todo el mundo es Tu sirviente.

»Mi querido Señor, aquellos que están constantemente conscientes de Kṛṣṇa y que piensan en Tus pies de loto o en Tus zapatos, se liberan sin duda de toda contaminación de la vida material. Las personas que están dedicadas a Tu servicio con plena conciencia de Kṛṣṇa, que meditan en Ti solamente o que Te ofrecen oraciones, son almas purificadas. Esas personas se liberan del ciclo de repetidos nacimientos y muertes, por encontrarse constantemente ocupadas en ejecutar servicio con conciencia de Kṛṣṇa. Ni siquiera desean liberarse de esta existencia material ni disfrutar de opulencias materiales; las actividades ejecutadas con conciencia de Kṛṣṇa satisfacen sus deseos. En lo que respecta a nosotros, estamos plenamente rendidos a Tus pies de loto, y, por Tu gracia, tenemos la gran fortuna de verte personalmente. Naturalmente, por lo tanto, no tenemos ningún deseo de opulencias materiales. El veredicto de la sabiduría védica es que Tú eres la Suprema Personalidad de Dios. Quiero establecer este hecho, y también quiero mostrarle al mundo la diferencia entre aceptarte a Ti como la Suprema Personalidad de Dios o como un ordinario personaje histórico poderoso. Deseo mostrarle al mundo que uno puede alcanzar la más elevada perfección de la vida simplemente refugiándose en Tus pies de loto, de la misma manera en que uno puede satisfacer las ramas, ramitas, hojas y flores de todo un árbol, simplemente regando la raíz. Así pues, si uno adopta el proceso de la conciencia de Kṛṣṇa, su vida alcanzará la plenitud, tanto material como espiritualmente.

»Esto no significa que Tú Te parcializas por la persona consciente de Kṛṣṇa y que Te es indiferente la persona que no es consciente de Kṛṣṇa. Tú eres imparcial con todos; Tú así lo declaras. Debido a que estás sentado en el corazón de todos como la Superalma y a todos les estás dando los resultados respectivos de sus actividades fruitivas, no puedes parcializarte por unos y mostrar desinterés por otros. Tú les das a todas las entidades vivientes la oportunidad de disfrutar de este mundo material tal como lo deseen. En Tu carácter de Superalma, estás sentado en el cuerpo juntamente con la entidad viviente, dándole los resultados de sus propias acciones, así como también las oportunidades de volverse hacia Tu servicio devocional mediante el desarrollo de conciencia de Kṛṣṇa. Tú declaras abiertamente que uno debe rendirse a Ti, abandonando todas las demás ocupaciones, y que Tú Te encargarás de uno, liberándolo de las reacciones de todo pecado. Eres como el árbol de los deseos que se halla en los planetas celestiales, el cual otorga bendiciones de acuerdo con los deseos de uno. Todo el mundo tiene la libertad de alcanzar la más elevada perfección, pero si uno no lo desea, el hecho de que Tu otorgues bendiciones menores no se debe entonces a la parcialidad».

Al oír esta afirmación del rey Yudhiṣṭhira, el Señor Kṛṣṇa respondió de la siguiente manera: «Mi querido rey Yudhiṣṭhira, ¡oh, destructor de los enemigos!, ¡oh, justicia ideal personificada! Apoyo por completo tu decisión de ejecutar el sacrificio Rājasūya. Tu buen nombre permanecerá bien establecido para siempre en la historia de la civilización humana, por la ejecución de este gran sacrificio. Mi querido rey, permíteme informarte que es el deseo de todos los grandes sabios, de tus antepasados, de los semidioses y de tus parientes y amigos, entre ellos Yo Mismo, que ejecutes este sacrificio, y creo que satisfará a todas las entidades vivientes. Pero, te pido que en primer lugar conquistes a todos los reyes del mundo, y recojas todos los enseres requeridos para ejecutar este gran sacrificio. Mi querido rey Yudhiṣṭhira, tus cuatro hermanos son representantes directos de semidioses importantes, tales como Vayu e Indra. [Se dice que Bhīma nació del semidiós Vayu, y Arjuna nació del semidiós Indra, mientras que el propio rey Yudhiṣṭhira nació del semidiós Yamarāja. Tus hermanos son grandes héroes, y tú eres el rey más piadoso y autocontrolado, y, por consiguiente, eres conocido como Dharmarāja. Todos ustedes están tan capacitados en Mi servicio devocional, que automáticamente he sido conquistado por ustedes».

El Señor Kṛṣṇa le dijo al rey Yudhiṣṭhira que Él es conquistado por el amor de aquel que ha conquistado sus sentidos. Aquel que no ha conquistado sus sentidos, no puede conquistar a la Suprema Personalidad de Dios. Este es el secreto del servicio devocional. Conquistar los sentidos significa ocuparlos constantemente en el servicio del Señor. El requisito específico que cumplían todos los hermanos Pāṇḍava era que ellos siempre ocupaban sus sentidos en el servicio del Señor. Aquel que ocupa sus sentidos así, se purifica, y con los sentidos purificados el devoto puede verdaderamente prestarle amoroso servicio trascendental al Señor y conquistarlo.

El Señor Kṛṣṇa continuó: «No hay nadie en los tres mundos del universo, ni siquiera entre los poderosos semidioses, que pueda superar a Mis devotos en ninguna de las seis opulencias: riqueza, fuerza, reputación, belleza, conocimiento y renunciación. De manera que, si quieres conquistar a los reyes del mundo, no hay posibilidad de que ellos logren la victoria».

Cuando el Señor Kṛṣṇa animó así al rey Yudhiṣṭhira, la cara del Rey se iluminó por la felicidad trascendental tal como una flor que se abre y, así pues, les ordenó a sus hermanos menores que conquistaran a todos los reyes mundanos que se encontraran en todas las direcciones. El Señor Kṛṣṇa apoderó a los Pāṇḍavas para que ejecutaran Su gran misión de castigar a los infieles herejes del mundo y darles protección a Sus devotos fieles. En Su forma de Viṣṇu el Señor lleva cuatro armas en Sus cuatro manos: lleva una flor de loto y una caracola en dos de las manos, y, en las otras dos, lleva una maza y un disco. La maza y el disco son para los no devotos, pero debido a que el Señor es el Supremo Absoluto, la acción que resulta de utilizar todas Sus armas, es una y la misma. Con la maza y el disco castiga a los herejes para que puedan volver a sus cabales y sepan que no son el todo absoluto: muy por encima de ellos está el Señor Supremo. Y por sonar la caracola y ofrecer bendiciones con la flor de loto, siempre les asegura a los devotos que nadie puede vencerlos, ni aun si se encuentran en la más grande de las calamidades. El rey Yudhiṣṭhira, al tener esta seguridad que le dio la indicación del Señor Kṛṣṇa, le ordenó a su hermano menor, Sahadeva, que acompañado por soldados de la tribu Sṛñjaya, conquistara los países del Sur. De forma similar, le ordeno a Nakula que, acompañado por los soldados de Matsya-deśa, conquistara a los reyes del Oeste. Envió a Arjuna, acompañado por los soldados de Kekaya-deśa, para que conquistara a los reyes del Norte, y a Bhīmasena, acompañado por los soldados de Madra-deśa (Madras), se le ordenó que conquistara a los reyes del Este.

Debe notarse que al despachar a sus hermanos menores para que fueran a hacer conquistas en las diferentes direcciones, el rey Yudhiṣṭhira en realidad no tenía la intención de que les declararan la guerra a los reyes. En realidad, los hermanos partieron en diferentes direcciones para informarles a los reyes respectivos de la intención que tenía el rey Yudhiṣṭhira de ejecutar el sacrificio Rājasūya. En consecuencia, se les informó a los reyes que se requería que pagaran impuestos para la ejecución del sacrificio. Este pago de impuestos al emperador Yudhiṣṭhira significaba que el rey aceptaba subordinarse a él. En caso de que un rey se negara a actuar como correspondía, habría ciertamente una lucha. Así, mediante su influencia y fuerza, los hermanos conquistaron a todos los reyes que se encontraban en las diferentes direcciones, y pudieron recaudar suficientes impuestos y obsequios, que llevaron ante el rey Yudhiṣṭhira.

Sin embargo, el rey Yudhiṣṭhira se preocupó mucho cuando oyó que el rey Jarāsandha, de Magadha, no aceptó su soberanía. Viendo la ansiedad del rey Yudhiṣṭhira, el Señor Kṛṣṇa le informó del plan que Uddhava había explicado para conquistar al rey Jarāsandha. Luego, Bhīmasena, Arjuna y el Señor Kṛṣṇa partieron juntos hacia Girivraja, la ciudad capital de Jarāsandha, vestidos como brāhmaṇas. Este era el plan que Uddhava había ingeniado antes de que el Señor Kṛṣṇa partiera hacia Hastināpura, y ahora se estaba llevando a la práctica.

El rey Jarāsandha era un hombre de familia con gran sentido del deber, y tenía un gran respeto por los brāhmaṇas. Él era un gran guerrero, un rey kṣatriya, pero nunca descuidaba las normas védicas. De acuerdo con las normas védicas, a los brāhmaṇas se les considera los maestros espirituales de todas las demás castas. En realidad, el Señor Kṛṣṇa, Arjuna y Bhīmasena eran kṣatriyas, pero se vistieron como brāhmaṇas, y en el mismo momento en que el rey Jarāsandha había de darles caridad a los brāhmaṇas y recibirlos como invitados, ellos lo abordaron.

El Señor Kṛṣṇa vestido como un brāhmaṇa, le dijo al rey: «Le deseamos todas las glorias a Su majestad. Somos tres invitados de su palacio real, y hemos recorrido una gran distancia. Hemos venido a pedirle caridad, y esperamos que tenga la bondad de otorgarnos todo lo que pidamos. Conocemos de sus buenas cualidades. Una persona que es tolerante, está siempre dispuesta a tolerar todas las cosas, aunque estas le causen angustias. Así como un criminal puede ejecutar los actos más abominables que existen, una persona muy caritativa como usted, puede dar todas las cosas que se le pidan. Para una gran personalidad como usted, no hay diferencia entre parientes y extraños. Un hombre famoso vive para siempre, aun después de su muerte; por lo tanto, cualquier persona que sea completamente apta y capaz de ejecutar actos que perpetúen su buen nombre y fama, y, aun así, no lo hace, se vuelve abominable a los ojos de las grandes personas. Una persona así no puede ser condenada suficientemente, y su negativa a dar caridad se lamenta a través de toda su vida. Su Majestad debe haber oído los gloriosos nombres de personalidades caritativas tales como Hariścandra, Rantideva y Mudgala, quienes solían vivir solamente de granos que recogían de los arrozales, y el gran Mahārāja Śibi, quien salvó la vida de una paloma al suministrarle carne de su propio cuerpo. Estas grandes personalidades han alcanzado la fama inmortal simplemente sacrificando este cuerpo temporal y perecedero». El Señor Kṛṣṇa, vestido como un brāhmaṇa, le informó así a Jarāsandha que la fama es imperecedera, pero que el cuerpo es perecedero. Si alguien puede alcanzar nombre y fama imperecederos sacrificando su cuerpo perecedero, se convierte en un personaje muy respetable de la historia de la civilización humana.

Mientras el Señor Kṛṣṇa hablaba, vestido como un brāhmaṇa, en compañía de Arjuna y Bhīma, Jarāsandha notó que los tres no parecían ser verdaderos brāhmaṇas. Había signos en sus cuerpos mediante los cuales Jarāsandha podía comprender que ellos eran kṣatriyas. Sus hombros estaban marcados con una huella causada por cargar arcos; tenían una estructura corporal hermosa, y sus voces eran graves y autoritarias. Así pues, en definitiva concluyó que ellos no eran brāhmaṇas, sino kṣatriyas. También creía que los había visto anteriormente en alguna parte. A pesar de que estas tres personas eran kṣatriyas, habían venido a su puerta mendigando limosnas como brāhmaṇas. Por consiguiente, decidió que cumpliría sus deseos a pesar de que fueran kṣatriyas. Pensó de esa manera, debido a que la posición de ellos ya se había disminuido por el hecho de haber aparecido ante él como mendigos. «Bajo estas circunstancias —pensó— estoy dispuesto a darles cualquier cosa. Aun si me piden mi cuerpo, no vacilaré en ofrecérselo». En relación con esto comenzó a pensar en Bali Mahārāja. El Señor Viṣṇu, vestido como un brāhmaṇa, apareció como un mendigo ante Bali, y de esa manera le quito toda su opulencia y todo su reino. Hizo esto en beneficio de Indra, quien, habiendo sido derrotado por Bali Mahārāja, quedó despojado de su reino. A pesar de que Bali Mahārāja fue engañado, su reputación como un gran devoto, capaz de dar todo como caridad, aún se glorifica a través de los tres mundos. Bali Mahārāja pudo adivinar que el brāhmaṇa era el Señor Viṣṇu Mismo, y que había venido a él solamente para quitarle su reino opulento en favor de Indra. El maestro espiritual de Bali y sacerdote de su familia, Śukrācārya, repetidamente le advirtió acerca de ello, y, aun así, Bali no vaciló en dar como caridad todo lo que el brāhmaṇa quería; y al final, dejó todo en manos de ese brāhmaṇa. «He tomado la fuerte determinación —pensó Jarāsandha— de que si puedo lograr reputación inmortal sacrificando este cuerpo perecedero, debo actuar en pos de ello; la vida de un kṣatriya que no vive para el beneficio de los brāhmaṇas está ciertamente condenada».

En realidad, el rey Jarāsandha era muy generoso al dar caridad a los brāhmaṇas, y por ello le informó al Señor Kṛṣṇa, a Bhīma y a Arjuna: «Mis queridos brāhmaṇas, pueden pedirme cualquier cosa que gusten. Si así lo desean, también pueden llevar mi cabeza. Estoy dispuesto a darla».

Después de esto, el Señor Kṛṣṇa se dirigió a Jarāsandha de la siguiente manera: «Mi querido Rey, por favor, observa que en realidad no somos brāhmaṇas, ni hemos venido a pedir alimento ni granos. Todos nosotros somos kṣatriyas, y hemos venido a pedir un duelo contigo. Esperamos que accedas a esta propuesta. Puedes notar que aquí está el segundo hijo del rey Pāṇḍu, Bhīmasena, y el tercer hijo de Pāṇḍu, Arjuna. En lo que respecta a Mí, has de saber que Yo soy tu viejo enemigo, Kṛṣṇa, el primo de los Pāṇḍavas».

Cuando el Señor Kṛṣṇa reveló que estaban disfrazados, el rey Jarāsandha comenzó a reír muy fuertemente, y luego, con gran furia y con una voz grave, exclamó: «¡Tontos! Si quieren luchar conmigo, de inmediato les concedo su pedido. Pero, Kṛṣṇa, yo sé que Tú eres un cobarde. Rehúso luchar contigo porque Te confundes mucho cuando me enfrentas en un combate. Por temor a mí, Te fuiste de Tu propia ciudad, Mathurā, y ahora Te has refugiado dentro del mar; por consiguiente, tengo que negarme a luchar contigo. En lo que concierne a Arjuna, sé que él es menor que yo y no es un guerrero que esté a mi altura. Rehúso luchar con él, porque de ninguna manera es un competidor de mi talla. Pero en lo que concierne a Bhīmasena, pienso que él es un competidor adecuado para luchar conmigo». Después de hablar de esa manera, el rey Jarāsandha inmediatamente le tendió una maza muy pesada a Bhīmasena, y él mismo tomó otra, y así, todos salieron fuera de las murallas de la ciudad para luchar.

Bhīmasena y el rey Jarāsandha se ocuparon en luchar, y con sus mazas respectivas, que eran tan fuertes como rayos, comenzaron a golpearse muy severamente el uno al otro, estando ambos ansiosos de luchar. Ambos eran guerreros expertos con las mazas, y sus técnicas de golpearse el uno al otro eran tan hermosas, que parecían ser dos artistas dramáticos que bailaban en un escenario. Cuando las mazas de Jarāsandha y de Bhīmasena chocaban ruidosamente, sonaban como el impacto de los grandes colmillos de dos elefantes que luchan, o como un trueno en una relampagueante tormenta eléctrica. Cuando dos elefantes luchan en un campo de caña de azúcar, cada uno de ellos arranca una vara de caña y, agarrándola apretadamente con su trompa, golpea al otro. Cada elefante golpea pesadamente los hombros, brazos, clavículas, pecho, muslos, cintura y piernas de su enemigo, y de esa manera se destrozan las varas de caña de azúcar. De forma similar, todas las mazas que Jarāsandha y Bhīmasena usaron, se rompieron, y, por ello, los dos enemigos se prepararon para luchar con sus manos de fuertes puños. Tanto Jarāsandha como Bhīmasena estaban muy furiosos, y comenzaron a golpearse muy fuertemente el uno al otro con sus puños. Los golpes de sus puños sonaban como los golpes de barras de hierro o como el sonido de truenos, y ellos parecían dos elefantes que luchaban entre sí. Desafortunadamente, sin embargo, ninguno de los dos podía derrotar al otro, porque ambos eran expertos en la lucha. Ambos tenían la misma fuerza, y sus técnicas de lucha también eran iguales. Ni Jarāsandha ni Bhīmasena se fatigaban ni quedaban derrotados en la lucha, a pesar de que se golpeaban el uno al otro continuamente. Durante la noche, al final de la lucha de cada día, ambos vivían como amigos en el palacio de Jarāsandha, y al día siguiente luchaban de nuevo. Ellos pasaron así veintisiete días de lucha.

En el vigésimoctavo día, Bhīmasena le dijo a Kṛṣṇa. «Mi querido Kṛṣṇa, francamente debo admitir que no puedo conquistar a Jarāsandha». El Señor Kṛṣṇa, sin embargo, conocía el misterio del nacimiento de Jarāsandha. Jarāsandha nació dividido en dos partes diferentes de dos madres diferentes. Cuando su padre vio que el bebé no servía para nada, lanzó las dos partes al bosque, donde más tarde fueron encontradas por un bruja de negro corazón, llamada Jarā. Ella logró unir las dos partes del bebé, de arriba abajo. Como el Señor Kṛṣṇa sabía esto, también sabía, por ende, cómo matarlo. Él le insinuó a Bhīmasena que, ya que a Jarāsandha se le había dado la vida mediante la unión de las dos partes de su cuerpo, podía ser matado mediante la separación de estas dos partes. Así pues, el Señor Kṛṣṇa transfirió Su poder al cuerpo de Bhīmasena, y le informó cómo podía matar a Jarāsandha. El Señor Kṛṣṇa inmediatamente recogió una ramita de un árbol y, sosteniéndola en Sus manos, la bifurcó. De esta manera, le insinuó a Bhīmasena cómo podía matar a Jarāsandha. El Señor Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, es omnipotente, y si Él quiere matar a alguien, nadie lo puede salvar. De igual modo, si Él quiere salvar a alguien, nadie puede matarlo.

Informado por las insinuaciones del Señor Kṛṣṇa, Bhīmasena inmediatamente agarró las piernas de Jarāsandha y lo lanzó al suelo. Cuando Jarāsandha cayó al suelo, Bhīmasena presionó una de las piernas de Jarāsandha contra el piso y asió la otra pierna con sus dos manos. Agarrando a Jarāsandha de esta manera, desgarró su cuerpo en dos, comenzando desde el ano hasta llegar a la cabeza. Así como un elefante rompe las ramas de un árbol en dos, así mismo, Bhīmasena partió el cuerpo de Jarāsandha. El público que estaba parado cerca, vio que ahora el cuerpo de Jarāsandha estaba dividido en dos mitades, de manera tal que cada mitad tenía una pierna, un muslo, un testículo, una tetilla, medio espinazo, medio pecho, una clavícula, un brazo, un ojo, un oído, y media cara.

Tan pronto como se anunció la noticia de la muerte de Jarāsandha, todos los ciudadanos de Magadha comenzaron a gritar: «¡Dios mío, Dios mío!», mientras el Señor Kṛṣṇa y Arjuna abrazaban a Bhīmasena para felicitarlo. A pesar de que Jarāsandha había sido matado, ni Kṛṣṇa ni los dos hermanos Pāṇḍavas reclamaron el trono. Su propósito al matar a Jarāsandha era impedir que creara disturbios contra el adecuado desarrollo de la paz mundial. Un demonio siempre crea disturbios, mientras que un semidiós siempre trata de mantener la paz en el mundo. La misión del Señor Kṛṣṇa consiste en proteger a las personas virtuosas, y matar a los demonios que perturban una situación tranquila. Por lo tanto, el Señor Kṛṣṇa inmediatamente mandó a buscar al hijo de Jarāsandha, cuyo nombre era Sahadeva, y, con las debidas ceremonias rituales, le pidió que ocupara el puesto de su padre y rigiera el reino pacíficamente. El Señor Kṛṣṇa es el amo de toda la creación cósmica, y Él quiere que todos vivan pacíficamente y ejecuten el cultivo de conciencia de Kṛṣṇa. Después de instalar a Sahadeva en el trono, liberó a todos los reyes y príncipes que habían sido encarcelados innecesariamente por Jarāsandha.

Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo septuagésimo segundo del libro Kṛṣṇa, titulado: «La liberación del rey Jarāsandha».

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